En el marco del Día de la Educación Inicial en el Perú, que se conmemora cada 25 de mayo, diversos expertos y centros educativos recuerdan la importancia de esta etapa para el desarrollo integral de los más pequeños.
Desde las primeras experiencias escolares se sientan las bases para construir habilidades esenciales como la comunicación, la expresión emocional, la empatía, el respeto y la autonomía.
“El inicio de la vida escolar no es sólo una preparación para grados superiores, es un momento formativo en sí mismo. Los primeros años de vida son una ventana de oportunidad única para que los niños empiecen a construir su identidad, su desarrollo cognitivo, emocional y aprender a relacionarse con los demás”, afirma Melina Aguilar, Coordinadora del nivel Inicial del Colegio de la Inmaculada.
Con base en su experiencia, la especialista sugiere cinco recomendaciones para que los padres o tutores puedan acompañar de manera activa, consciente y afectiva a los niños y niñas en esta etapa crucial del desarrollo. Estas sugerencias buscan fortalecer el vínculo entre padres e hijos en nivel Inicial, y ofrecer herramientas que favorezcan un crecimiento integral y equilibrado:
- Conversar diariamente y escuchar con atención: El diálogo diario con los niños fortalece el vínculo afectivo, además de estimular su desarrollo lingüístico y emocional. Al prestar atención activa a lo que expresan, los padres, tutores y profesores les transmiten que sus pensamientos y sentimientos son valiosos. Esta práctica promueve la autoestima y la confianza en sí mismos. Además, al modelar una escucha activa, aprenden a comunicarse de manera efectiva y a desarrollar habilidades sociales esenciales.
- Ayudarles a reconocer y nombrar sus emociones: Identificar y nombrar las emociones es fundamental para que los niños aprendan a gestionarlas adecuadamente. Al validar lo que sienten, los pequeños aprenden que todas las emociones son válidas y que experimentarlas es parte de la vida. Este reconocimiento es el primer paso hacia la autorregulación emocional, permitiéndoles responder de manera adaptativa a diversas situaciones.
- Modelar respeto y empatía: Los niños aprenden observando el comportamiento de los adultos en su entorno. Al demostrar respeto y empatía en las interacciones diarias, se les proporciona un modelo a seguir. Las escuelas también influyen en impulsar estos valores, promoviendo vínculos sanos entre compañeros. Estas conductas fomentan la comprensión de las emociones ajenas y la capacidad de ponerse en el lugar del otro, habilidades esenciales para la convivencia y el desarrollo de relaciones saludables.
- Fomentar la autonomía progresiva: Permitir que los niños tomen decisiones apropiadas para su edad y asuman pequeñas responsabilidades fortalece su sentido de competencia y autoestima. Esta autonomía les ayuda a desarrollar habilidades de resolución de problemas y a sentirse capaces de enfrentar desafíos. Los familiares pueden apoyar este proceso ofreciendo opciones limitadas y guiando sin imponer, promoviendo así la confianza en sus propias capacidades.
- Establecer límites desde el afecto: La disciplina basada en el afecto y la coherencia permite que los niños puedan distinguir entre comportamientos aceptables y no aceptables, sin recurrir al miedo o al castigo. Establecer límites claros y consistentes, explicando las razones detrás de ellos, ayuda a los niños a comprender las consecuencias de sus accionesy a desarrollar un sentido interno de responsabilidad. Este enfoque fomenta un ambiente seguro y predecible, esencial para el bienestar emocional.
La coordinadora del nivel inicial agrega que, los centros educativos también tienen el reto y la responsabilidad de acompañar el desarrollo integral de los niños desde los primeros años promoviendo estos valores que serán fundamentales a lo largo de toda la vida. En esa línea, sostiene que instituciones como el Colegio de la Inmaculada apuesta por una propuesta educativa inspirada en el enfoque ignaciano, que articula el desarrollo cognitivo con la formación ética, emocional y espiritual.
“El modelo que aplicamos busca formar personas libres, con capacidad de discernir, sensibilidad social y compromiso con el bien común desde los primeros años de vida. Para lograrlo, es importante trabajar con aulas en donde se brinde una atención personalizada y una gestión educativa centrada en la mejora continua, en estrecha colaboración con las familias”, indica la especialista.
Estas condiciones, sostiene Melina Aguilar, permiten a los estudiantes desarrollar plenamente sus capacidades cognitivas, emocionales, artísticas y físicas, en un entorno afectivo, respetuoso y estimulante que favorece un crecimiento integral y consciente.
El Colegio de la Inmaculada, fundado en 1878, está comprometido con el desarrollo integral de sus estudiantes, enmarcado en una sólida base de excelencia académica y formativa. Su reputación como pionero en la innovación educativa se fortalece a medida que continúa explorando nuevas metodologías y tecnologías para enriquecer el proceso de enseñanza y aprendizaje. Este compromiso con la innovación se refleja en la dedicación de su distinguido cuerpo docente, experto en estrategias y en un discernimiento pedagógico constante que potencian el desarrollo académico y personal de cada estudiante.