Mafer Torero – Directora de Monday PR
Desde los 19 años, cuando empecé a trabajar en relaciones públicas, me fui acostumbrando a escuchar siempre lo mismo en charlas triviales. Después de responder a la pregunta ¿en qué trabajas?, le seguía la frase inevitable “Ah, como publicidad”. Ese era el claro reflejo de que la percepción general sobre RR.PP. en nuestro país era aún un campo nebuloso y difícil de definir en pocas palabras.
En el mundo de las comunicaciones, existe una línea que divide los conceptos y prácticas de relaciones públicas y publicidad. Aunque las diferencias entre ambas disciplinas están bastante claras para los profesionales de este rubro, para muchos otros la línea es aún difusa y puede ocasionar expectativas erróneas sobre los resultados que ambas pueden ofrecer.
Las relaciones públicas y la publicidad pueden parecer similares en la superficie. Sin embargo, sus enfoques, objetivos y, por lo tanto, resultados, son notablemente distintos. Entender estas diferencias es clave no solo para las empresas, sino también para los consumidores, que hoy exigen una comunicación más auténtica.
La publicidad es una disciplina que permite a las empresas tener el control sobre el contenido, el formato, el mensaje y la distribución de sus anuncios. Las marcas pagan para tener dominio sobre lo que se dice, cómo se dice, dónde se dice y cuándo se dice, buscando influir directamente en las decisiones de compra.
Sin embargo, este ansiado control también tiene sus desventajas. Saturados de anuncios publicitarios en televisión, diarios, radio, web y hasta en redes sociales, los consumidores son cada vez más escépticos ante la publicidad tradicional. La ceguera publicitaria es un fenómeno en el que se desarrolla una capacidad innata para filtrar y evitar los mensajes comerciales que se perciben como forzados o manipuladores.
En un mundo donde la autenticidad es una de las monedas más valiosas para las marcas, la publicidad puede llegar a parecer también distante y poco sincera. En este escenario, las relaciones públicas surgen como una alternativa que permite generar mayor credibilidad, a través de historias auténticas, un diálogo cercano y conexiones genuinas.
No obstante, las relaciones públicas tienen sus retos, ya que no controlan directamente la narrativa. A diferencia de la publicidad, donde todo está bajo el control y dominio de la marca, el éxito de una estrategia de relaciones públicas dependerá también de la respuesta de los medios y del público.
La principal distinción entre ambas disciplinas radica en quién trasmite el mensaje. En la publicidad, son las empresas las que, a través de distintos canales, comparten mensajes positivos sobre sí mismos. En cambio, las relaciones públicas se centran en generar que terceros, como medios de comunicación, influencers o líderes de opinión, hablen positivamente de la marca.
Más allá de solo amplificar el mensaje, la gestión de relaciones públicas le otorga a este una credibilidad mucho mayor, ya que proviene de fuentes independientes que se caracterizan por tener una audiencia leal que confía en sus recomendaciones, lo que permite a las marcas llegar a los consumidores de una manera más orgánica y menos intrusiva.
¿Son entonces las relaciones públicas más efectivas que la publicidad? Lo cierto es que, en una estrategia de comunicación integral, publicidad y relaciones públicas no son rivales, sino aliadas y ninguna es mejor que la otra, simplemente tienen objetivos distintos.
La publicidad puede ser una herramienta poderosa para generar impacto a corto plazo, como la visibilidad o la influencia sobre las decisiones de compra. Mientras que las relaciones públicas juegan el papel de construir una reputación a largo plazo, trabajando en la percepción de la marca y en su relación con el público, lo que requiere tiempo, esfuerzo y una narrativa bien construida.
Las empresas que entienden cómo combinar ambas disciplinas son las que obtienen resultados más sólidos y duraderos, ya que al integrar relaciones públicas y publicidad en un plan estratégico tendrán una ventaja competitiva clara, logrando no solo capturar la atención del público, sino también ganar su lealtad.